Yo me Amo (D. Icke)

Yo me amo
¿Qué dice usted?. ¿Yo me amo?. ¿Qué es usted, alguna clase de egomaníaco?. ¿Quién piensa usted que es, por Dios santo?. Usted necesita bajar un poco los humos mi muchacho o dama.
No se supone que usted diga que se ama. Se supone que usted sea humilde y siga desdeñándose a usted mismo.
Entonces las personas no se sentirán amenazadas por usted o serán forzadas a enfrentar sus propias limitaciones Autoimpuestas. Tu me dices tus defectos, yo te diré los míos, ambos nos ponemos de acuerdo sobre cuán santurronamente humildes somos y luego nos volvemos a dormir. ZZZzzzzz.

No es a usted mismo a quien debería estar amando, es a otros – al mundo. Ése es el enfoque del credo de la calle. Usted les dice a las personas cuán humilde es usted y que su deseo es amar al mundo. Oh, ¡qué hombre tan encantador!. Es siempre tan humilde, siempre desdeñándose a sí mismo, y ama a todos.

No, no lo es. No ama a todos porque no se ama él. Y si él no se ama no ama a nadie.
¿Cómo podemos distribuir desde dentro lo que no tenemos dentro?. El amor, el amor verdadero en el sentido más amplio, no discrimina. No dice amo a esta persona, pero no a esa. Sólo ama. Sí, las personas pueden sentir lo que ellos piensan que es amor en la opinión estrecha de esa palabra sobre el Planeta Tierra. Pueden decir que adoran a su pareja o a los hijos y ellos pueden sentir una poderosa unión con ellos. Pero no pueden sentir el amor verdadero – el amor cósmico, usted podría decir, hasta que sienten el amor cósmico por sí mismos. Lo que usted no tiene dentro, usted no puede repartir. Y continuando el tema de crear su propia realidad, si usted no se ama en esa manera total e incondicional atraerá hacia usted personas que lo verán en la misma luz. No lo querrán incondicionalmente hasta que se ame a usted mismo incondicionalmente. Ellos seguirán diciendo yo te amo mientras te ajustes a lo que
pienso que debes ser.

Eso no es amor, es posesión y manipulación, disfrazado del amor. ¿Cuántos de nosotros amamos realmente a otro hasta el punto de que los respaldaríamos y los amaríamos en lo que sea que necesiten hacer para su propio aprendizaje y evolución?. Si lo que sienten que tienen que experimentar o lo que los eventos los llevan a experimentar ocurre que está en contradicción con nuestra opinión de lo que ellos deberían ser y hacer, nuestro «amor» por ellos puede empezar a escasear.

Tú no puedes ser tú si quieres mi «amor». Tú tienes que ser lo que yo quiero que seas. Ése es el trato, ¿no?. Bienvenida a mi cárcel, amante, démonos un beso. Tenemos la misma actitud condicional para amarnos a nosotros mismos. Si seguimos a nuestros corazones, esa energía instintiva que expresa nuestra Singularidad, nos sentimos culpables y rebajados cuando los otros reaccionan contra nosotros o parecen lastimados por nuestras acciones. ¿Pero si no nos amamos ni respetamos nuestro derecho de ser quienes somos, cómo podemos esperar que otros nos amen por lo que somos?.

El amor propio es ese punto de equilibrio cuando nos permitimos a nosotros mismos la libertad del miedo y la culpa de ser quiénes y qué somos. A su vez, el amor verdadero por otros es permitir que ellos, sin resentimiento y juicio, sean quiénes son, incluso si es diferente de lo que nos gustaría que ellos fueran. Te amo por lo que eres. Me amo por lo que soy. Ahora eso es amor. (D. ICKE «Soy Yo, Soy Libre»)

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